Dios, nuestro Padre, te damos
gracias por el don de la vida religiosa, que nos has concedido a través de San
Eugenio de Mazenod. Nos has llamado a
una vida misionera, para anunciar el Evangelio a los más abandonados: “Evangelizare pauperibus misit me. Pauperes evangelizantur.”
En este período de preparación
para el Capítulo General en el año del bicentenario de nuestra Congregación,
queremos pedirte la gracia de reencontrar en Jesucristo el centro de nuestra
vida y de nuestra misión.
Escuchamos el llamado a una
conversión profunda, personal y comunitaria. Ayúdanos a ser sal de la tierra y
luz del mundo, de tal manera que anunciemos al mundo de hoy los valores de tu
Reino mediante la palabra y las obras.
Te pedimos Señor, que nos
envíes tu Espíritu para ayudarnos a ser tus Oblatos, ardiendo en tu amor, sin ahorrar ningún esfuerzo para extender tu
Reino, y totalmente comprometidos en pro del bien de los pobres de hoy.
Te lo pedimos por intercesión
de nuestra Madre María Inmaculada, y San Eugenio de Mazenod.
Amen.
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